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David González
Jueves, 15 de marzo 2018, 01:14
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La vecina de Sansomendi de 53 años salvajemente atacada la madrugada del sábado, presuntamente a manos de uno de sus hijos, dio ayer un importante paso adelante hacia la normalidad perdida. Los facultativos del hospital Santiago le dieron el alta médica tras cuatro días ingresada. Vía libre para continuar su recuperación en su propio domicilio, escenario del brutal ataque saldado con la rotura de mandíbula y nariz, los dos ojos dañados, múltiples contusiones por el cuerpo y un cuadro ansioso-depresivo.
Para preservar su integridad, el juzgado de guardia en el momento de los hechos, Instrucción número 4, ha emitido una orden de alejamiento sobre el supuesto atacante, su hijo de 25 años. Fue detenido en el lugar de los hechos por patrulleros de la Ertzaintza y puesto en libertad con cargos el mismo sábado. Si osara acercarse a su víctima o ponerse en contacto con ella, se expondría a ser arrestado de nuevo e ingresado de inmediato en la prisión provincial de Álava. Este veto se revisará de manera periódica.
El agresor, en libertad con cargos El protocolo falló porque no se avisó a Fiscalía y el juzgado careció de todos los datos de la agresión
Este grave caso soliviantó al populoso barrio de Sansomendi. Sin ir más lejos, la asociación vecinal Kaleartean recordó la tarde del martes a la víctima con una concentración ciudadana, a la que acudió al menos un miembro de la familia de la agredida. Nadie se explicaba cómo fue posible que el supuesto atacante estuviera en la calle la tarde del sábado, cuando su víctima yacía semiinconsciente en una cama del céntrico hospital.
Según ha podido saber este periódico, algo falló en el protocolo habitual. Mientras los patrulleros de la Policía autonómica hicieron su trabajo -informar a comisaría y entregar al único sospechoso-, desde la Ertzaintza supuestamente no se avisó a Fiscalía, órgano encargado de solicitar la orden de ingreso en la cárcel. En la mañana del sábado tampoco se conocía el verdadero alcance de las lesiones de la mujer, por lo que el juzgado no adoptó esta decisión, la más severa y que sólo se toma en los casos más graves. ¿Consecuencia? El joven de 25 años volvió a las calles con una hoja de acusación bajo el brazo. Vecinos del bloque donde reside su madre aseguran que «no le hemos vuelto a ver por aquí desde su arresto».
Al recibir el diagnóstico médico de la víctima, en el que entre otras consideraciones se recomendaba alertar a la Ertzaintza para una posible protección de la mujer, Instrucción 4 emitió la orden de alejamiento para el violento veinteañero.
La extrema violencia con que supuestamente se empleó -se conjetura con que golpeó a su madre incluso con cajones- podría deberse a hallarse «bajo el efecto de varias sustancias estupefacientes». El joven, con una estética de lo más singular al presentar la cabeza y las cejas rapadas, presuntamente alegó esta razón en un primer momento. Esta versión, sin embargo, sólo será tenida en cuenta si la ratifica en sede judicial.
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