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Maite de Aranzabal muestra el galardón ‘Alavesa de enero’, la primera de este año.
«Las ONGs grandes van a lograr cambiar el orden mundial y hacer más justicia»

«Las ONGs grandes van a lograr cambiar el orden mundial y hacer más justicia»

La ‘Alavesa del mes’ comparte su premio con todos los que trabajan por la infancia más desfavorecida

Rosa Cancho

Sábado, 18 de febrero 2017, 02:00

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Maite de Aranzabal Agudo (Vitoria, 1959) ha recogido «agradecida» el premio Alavesa de enero que EL CORREO le ha entregado por su imprescindible trabajo en favor de la infancia desprotegida. Esta pediatra, que ha sido vicepresidenta del Patronato de Save the Children España, ONG con la que sigue colaborando, viaja una o dos veces al año a los países más pobres (Mauritania, India, Burkina Faso, Benin, Uganda, Camerún, Etiopía) para curar y formar. Lo ha hecho de la mano de numerosas ONG y de asociaciones de pediatría, sin dejar de lado su trabajo en la sanidad pública alavesa.

¿Qué ha supuesto el premio?

Me ha hecho mucha ilusión. Hay muchas personas que se lo merecen más que yo, pero al menos se reconoce que la sociedad aprecia el trabajo por los niños desfavorecidos tanto de nuestra sociedad como de fuera. Lo comparto con todos los que hacen esta labor. Y por otro lado me anima a seguir trabajando, representa un estímulo para mí.

¿Siempre tuvo claro que quería ser pediatra?

Desde los 13 años. Los niños me gustan mucho porque son inocentes, divertidos, pícaros, agradecidos...Yo quería ayudar a los demás y que fueran niños a ser posible.

¿Y cuándo decide dar el paso a la cooperación?

También lo he tenido claro siempre. No voy a decir que quisiera ser monja, pero sí misionera. Bueno, claro, eso me duro poquísimo, ja, ja, pero siempre he querido salir. Me parece tan injusto el desequilibrio de este mundo.

¿Cuántas veces le han dicho eso de que para qué se va fuera con lo que hay que hacer aquí?

Muchísimas. Mire, yo trabajo aquí y hay mucha necesidad. Ahí está el informe Desheredados de Save the Children sobre la pobreza en Euskadi. Pero es que proporcionalmente no tiene nada que ver con la miseria que ves en estos países.

¿Quien dice eso es que no sabe bien lo que ocurre?

Claro. Aquí lo que a la gente le impresiona es ver un niño pobre o con una enfermedad rara y eso realmente es tristísimo, pero si vieras muchas docenas de niños con enfermedades olvidadas, desnutridos, que en un día se te mueren dos en la consulta, la gente lo sentiría de otra manera.

¿Y cómo hace para morderse la lengua cuando llega aquí y se enfrenta una familia que acude a la consulta por una tontería?

La verdad es que cuesta un poquito. Igual que me cuesta en mi propia casa vivir con lo material, con todo lo que nos sobra, pues también en la consulta te cuesta entender los motivos por los que acuden. Creo que hay muy poca autonomía en los padres que enseguida tienen que consultar. Habría que lanzar una campaña de educación o algo sobre los usos de la sanidad, sí.

SOS Cuerno de África

¿Es complicado compaginar su trabajo aquí con la cooperación?

Sí, pero Osakidetza se ha portado bien conmigo, me ha dado permisos sin sueldo y ahora disfruto de una excedencia que me deja más días libres. Aunque viajo, mi trabajo realmente es aquí con las asociaciones y más allá de eso he tratado de promocionar con otros compañeros la cooperación y la protección a los niños inmigrantes en las diversas sociedades pediátricas. Estoy de coordinadora en esos grupos y obligamos a que haya charlas sobre esta infancia, organizamos cursos sobre enfermedades como el dengue, la malaria o el zika a las que nadie se dedica, damos clases en universidades, cursos para animar a la gente a ser cooperante y hacemos reinvindicación con gobiernos.

Pero la gran batalla sigue siendo recaudar fondos.

Tenemos que convencer a la gente de que sea generosa. Podemos donar tiempo, ilusión o dinero el que pueda o tenga beneficio. Hay poca costumbre en este país de donar, somos muy generosos, pero no a nivel monetario, como lo son en Alemania o EE UU donde los beneficios redundan en materias de cooperación y necesidad.

Apunta a las empresas. ¿Hacen falta más Bill Gates?

Hay que donar mucho más, no podemos permitirnos un mundo con estos desequilibrios tan tremendos en el que cada año mueren seis millones de niños por enfermedades que se podrían evitar perfectamente. Las empresas con beneficios tedrían que donar y los ciudadanos con ingresos suficientes también tendrían que ser conscientes de que con un porcentaje pequeño puede hacer maravillas en esos países.

Muchas ONGs han desaparecido. ¿Quedan las grandes o las que más márketing hacen?

La cooperación ha cambiado mucho, ha pasado de ser un poco asistencialista a intentar cambiar sistemas de educación o de salud, a reivindicar, a convencer a los gobiernos de una mejor distribucion de riqueza. Las ONGs pequeñas siguen funcionando, pero las que van a cambiar los sistemas y un poco el orden mundial reivindicando más justicia son las grandes. Es cierto que tienen más márketing, pero es necesario para llegar a la gente. Ellas son las que van a conseguir que todo el mundo tenga vacunas, médicos...

¿Dónde hay ahora más necesidades?

En el Cuerno de África, en Somalia, parte de Kenia y en Etiopía se ha declarado hambruna. He estado en Etiopía y es tremendo ver cómo están de tristes y desnutridos...

¿De dónde saca la fuerza?

También es agradecido. Realmente salvas vidas y ves su reconocimiento y agradecimiento, haces un poco de justicia y te sientes bien.

Creo que su hijos le han acompañado alguna vez en sus viajes. Vaya experiencia, ¿no?

Es muy bonito, aparte de que te hacen compañía, les ves difrutar de otro tipo de vida, de no tener cosas materiales, de no comer bien. Me gusta verles pasarlo un poco mal y que se hagan fuertes. Creo que es una buena manera de educarles.

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