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Txema C. confesó la noche del lunes a la Ertzaintza el asesinato de su amiga Marga.
Los rostros del horror

Los rostros del horror

Con el crimen de Marga aún en la mente, agentes especializados analizan para EL CORREO las diferentes personalidades de los asesinos más relevantes de nuestra historia reciente

David González

Domingo, 26 de junio 2016, 02:38

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Marga, la pequeña Alicia, Javier, Rosa, Johan Enrique... Son los nombres de algunas de las víctimas de asesinato en la historia reciente alavesa. Todas engarzadas por la crueldad de sus verdugos. Con el crimen de la calle Nueva Dentro tan reciente, la Ertzaintza detuvo al presunto asesino la noche del lunes, EL CORREO reexamina la crónica negra local. De la mano de agentes especializados analiza los casos más notorios. Y a los asesinos. Tan diferentes, tan brutales. Algunos, sin mostrar pizca de arrepentimiento.

Una vida al filo del abismo entre drogas y alcohol

Crimen en Nueva Dentro Junio'16

Desde muy joven, Txema C. caminó por el lado oscuro de la vida. La Ertzaintza le arrestó la noche del lunes como presunto asesino de su amiga Marga. Lo confesó todo sin mayor inconveniente. Cómo la mató a martillazos, cómo transportó el cuerpo desmembrado hasta el Zadorra. Este sujeto de 43 años siempre ha vivido enroscado «a la botella, a las drogas mal llamadas blandas y a los pequeños delitos». Domiciliado desde hace algo más de un año en el piso de su familia en la calle Nueva Dentro, consumía los días entre botellines de cerveza -«sus preferidas son las de ocho grados», dicen sus amigos-, porritos «de hachís» y una fidelidad enfermiza a programas de forenses y policías como 'Crímenes imperfectos' (La Sexta) o las diferentes franquicias de CSI. Quizá de ahí obtuvo la idea de descuartizar a Marga, otra desheredada de 60 años. En comisaría alarmó su «templanza» al relatar los hechos. Él, antes de ser detenido, contó su crimen en varios bares y a conocidos. En un local de Abetxuko, además, dejó restos de sangre al presentarse con la maleta. Se supone que ya vacía.

El profesor de saxofón que fascinó a la joven de Burgos

Asesinato de la niña Alicia Enero'16

Retador y chulo pese a la barbaridad que supuestamente acababa de cometer, Daniel M. sorprendió a los ertzainas que le prendieron la madrugada del 25 de enero. Este profesor de saxofón dejó la sensación de ser lo más parecido a «un monstruo». Se jactó de haber abusado sexualmente de su víctima, Alicia, un bebe de 17 meses. La investigación posterior lo descartó. Sí está acusado de arrojarla por la ventana de su piso alquilado en la calle Libertad. Y de intentarlo con su madre, Gabriela, con quien inició una relación tras conocerse en internet. Esta joven brasileña afincada en Burgos cayó embelesada ante un treintañero de «buenos modales, culto y eventual en la banda municipal, el conservatorio Jesús Guridi y la escuela Zortziko». Todo era fachada. Espera juicio en el penal de Valladolid.

El traficante se construyó una coartada falsa

La dueña del Bugatti Otoño de 2014

Huyó de Centroamérica por «un asunto turbio». Aterrizó en Vitoria, donde mantuvo una tormentosa relación de ida y vuelta con Rosa, su víctima y «conocida traficante como él». Leo, al que sus clientes conocían como Rafa, trajo en jaque a la Policía vasca. Acabó con la vida de su 'ex' el 31 de octubre de 2014. Lo hizo en el piso de ella, en la calle Guayaquil. Quizá por un asunto de drogas. Nada ha dicho al respecto. Le tildan de «frío» y «calculador». Para fabricarse una falsa coartada, cogió su coche y se saltó el semáforo con radar de la calle México. Hizo desaparecer su ropa usada aquel día. Pero se le escaparon dos detalles. Los ertzainas hallaron su ADN en la escena del crimen y le situaron allí gracias a la geolocalización de su móvil. A la espera de juicio.

42 cuchilladas porque «me iba a abandonar por otro»

Caso Amagoia Elezkano Mayo 2013

Para Francisco Javier Maestre, como ocurre con muchos condenados por violencia de género, fue inasumible que su pareja quisiera dejarle. Asestó 42 puñaladas a Amagoia Elezkano el 23 de mayo de 2013, en un caso que sobresaltó a Llodio. «Fue un arrebato de celos, estaba histérico porque me iba a abandonar por otro. Ella y nuestro hijo son lo que más quiero», subrayó en el juicio. Como si su ataque tuviera justificación. Tuvo «un arrebato pasional, perdí el control, fui a la cocina y cogí un cuchillo como pudo haber sido una cuchara», agregó sereno. «Es el comportamiento tipo de estos criminales», lamentan fuentes policiales. Condenado a 22 años de prisión.

El menor que eliminó a un soldador por su empleo

Garaje Juntas Generales Mayo 2013

Uno de los casos más complicados de la historia criminal alavesa. Javier, de 52 años, era soldador en un taller de Júndiz. Una persona normal. Sin dobleces ni enemigos conocidos. «Muy querido» en Lakua Arriaga. Apareció estrangulado en el garaje comunitario de su edificio, en la calle Juntas Generales el 22 de mayo de 2013. La Ertzaintza no hallaba explicación. Tampoco sospechosos. Nada. Se encontraron restos biológicos en la soga usada para el asesinato. Sin embargo, no había coincidencia en ninguna base de datos. Hasta que las minuciosas pesquisas policiales pusieron el foco en un compañero de trabajo. Un chaval portugués de 17 años al que llevaba en su coche al trabajo. Ese chico dio la voz de alarma. «Jamás ha mostrado arrepentimiento. Quería el puesto de trabajo de su víctima y decidió eliminarle». Así, por las bravas. Al ser menor, fue castigado a diez años de internamiento. La familia de Javier dijo que «a este asesino le ha salido gratis matar».

El primer caso de sicarios venidos de fuera

'Palmita' ejecutado Octubre de 011

Johan Enrique Piedrahíta, alias 'Palmita', era «sospechoso» de pertenecer a una banda dedicada, entre otros menesteres, al menudeo de drogas. Al parecer, cometió dos errores fundamentales. Perdió «algún cargamento» y «se lió con quien no debía». Todas las fuentes policiales consultadas hablan de la novia de alguien de su clan. La noche del 28 de octubre de 2011 apareció degollado, y con evidentes signos de tortura, en una curva de la carretera que sube al puerto de Zaldiaran, cerca de Berrosteguieta. La Ertzaintza sospecha que ese 'alguien' ordenó «quitarle de en medio». Le mataron por encargo. Uno o varios sicarios venidos de fuera. Llegaron, hicieron su trabajo y desaparecieron. Es el primer caso de estas características.

El exlíder vecinal ya disfruta del tercer grado

Caso Ramón Talegón Agosto 2006

Crepitaba Vitoria sumergida en las fiestas de la Virgen Blanca de 2006. El día 6, Pilar, de 75 años, apareció brutalmente asesinada en su piso de la calle La Paz y su caja fuerte, abierta. Las pruebas recabadas enseguida apuntaron a su yerno, Ramón Talegón, conocido líder vecinal y propietario de un asador en la calle Barrancal. La Audiencia Provincial consideró probado que la mató por razones económicas. Le debía 18.000 euros y a los bancos, otros 20.000. Le cayeron 22 años. Cuentan las fuentes consultadas de su integración en la cárcel provincial de Álava. «Parece que trabaja allí». Hablan de un tipo «amable»... con una mirada «que da mal rollo». Trabajó un tiempo «en el economato» del penal y ahora, casi diez años después de su crimen, disfruta del tercer grado. Es decir, de semilibertad.

El violador al que el ataque se le fue de las manos

Bar Acua Diciembre de 2000

Llegado desde Cantabria, Guillermo Fernández Bueno ganaba un buen dinero como alicatador en la Vitoria de final del pasado milenio. Tras ese perfil de currela cumplidor se escondía un depredador sexual. Violó a una panadera en noviembre de 2000. Un mes después repitió el ataque contra la limpiadora del bar al que iba a diario. De madrugada, le rompió una botella de cristal en la cabeza y la violó en plena agonía de su víctima. Le cortó la yugular. Se lavó las manos y regresó al domicilio que compartía con su hermano, a escasos metros del local. En la Ertzaintza le recuerdan como un «chapuzas». Creen que la violación «se le fue de las manos». Dejó huellas por todas partes, ADN... Fue sentenciado a 26 años.

Koldo Larrañaga, el mayor asesino de Álava

Dos víctimas Finales siglo pasado

Un coeficiente intelectual de 160. Profesor de euskera, vigilante de seguridad, empresario y doble asesino. Condenado por las muertes de Agustín Ruiz y Begoña Rubio, Koldo Larrañaga ostenta el triste de ser el mayor asesino de la historia reciente de Álava. También fue sospechoso de la muerte de la maestra Esther Areitio. La Ertzaintza le cazó el 26 de mayo de 1999 en Madrid. Admitió «sin problema» su autoría en los dos primeros casos. Encerrado desde entonces, funcionarios penitenciarios le califican como «el preso más frío que tenemos». En la antigua cárcel de Nanclares de la Oca regentó el economato. También ha enseñado la lengua vasca a otros reos.

Esther Areitio, a dos años de prescribir

Prescribirá en mayo de 2018. Es decir, en menos de dos años. La mañana del 8 de mayo de 1988, trabajadores del servicio público de limpieza encontraron en la calle Burgos seis bolsas de basura que contenían el cuerpo desmembrado de una mujer. Ni las investigaciones policiales y judiciales ni la obstinación de su familia dieron frutos. La causa se archivó en noviembre de 2004.

«Técnicamente está archivado, aunque podría reabrirse si apareciera una nueva prueba o algún testimonio. Sin eso, poco más se puede hacer, ya que todas las investigaciones abiertas no se tradujeron en ninguna prueba concluyente», insisten desde la Policía autonómica. Estas explicaciones, y las labores anteriores, nunca convencieron a la familia de Esther, que siempre se mostró muy crítica con la investigación.

El autor o autores entraron al piso de la maestra, en el barrio de Aranbizkarra. Se emplearon «con una violencia extrema y un claro ensañamiento». Agentes especializados comprobaron que la puerta de la vivienda «no estaba forzada», de ahí que supusieron desde el primer momento que la víctima conocía a su asesino. También constataron que, en la noche de autos, un joven que cubría parcialmente su rostro con una capucha usó las tarjetas de Esther para sacar de un cajero automático un montante de 172.000 pesetas (1.033 euros).

El primer sospechoso siempre fue Koldo Larrañaga. «Es verdad, pero nunca pudo probarse ni su autoría ni su participación». Él estaba tan seguro de que no le incriminarían que renunció a pagarse un abogado y dejó que le asistiera uno de oficio.

El cordelero y la enfermera

Tampoco se esclarecieron crímenes como el de Acacio Pereira, cordelero y guarnicionero, o el de María Luisa Ricón. El primero ocurrió el 9 de junio de 1998. Apareció muerto, maniatado y con un trapo en la boca en su piso de la calle La Paz, cerca de su tienda. A la enfermera la hallaron, ya inerte, en una finca de colza en Ollávarre, a quince kilómetros de Vitoria. Era el 18 de junio de 1990. Presentaba golpes en cabeza, cara y tórax. Ambas delitos han vencido.

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