400 alaveses en la conquista de Granada

Durante toda la reconquista, la provincia aportó hombres a la lucha contra los musulmanes. Ya hemos visto en otros capítulos de esta serie de historias perdidas la participación de alaveses en la conquista de Córdoba o en la batalla de las Navas de Tolosa, por poner dos ejemplos. Y durante la etapa final los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, volvieron a pedir soldados al territorio. El contingente formado, según el historiador Iñaki Bazán, fue de 400 efectivos capitaneados por Diego Martínez de Álava, futuro diputado general y un hombre clave en hechos importantes posteriores como la guerra de las Comunidades y la conquista castellana del Reino de Navarra.

Vitoria y su jurisdicción de entonces, las villas de Alegría, El Burgo, Murguía, Valle de Zuya y Bernedo, contribuyó con 30 hombres pertrechados con ballestas que realizó el artesano Juan de Oñate. La milicia alavesa partió el 2 de marzo de 1491 y participó entre otras acciones en las tomas de Ronda y Baza. El 1 de enero de 1492 los ejércitos castellanos tomaron la Alhambra y al día siguiente Boabdil entregó las llaves de la ciudad.

El 16 de enero el alcalde de la ciudad, Alonso Pérez de Mendieta, daba lectura a una carta de Fernando el Católico en la que se comunicaba la finalización de la guerra de Granada y su deseo de que se festejara el acontecimiento. El mensajero que trajo la carta fue recompensado con diez florines de oro, una cantidad importante entonces.

Según la misma crónica de Iñaki Bazán en un artículo publicado en la Gaceta Municipal, días más tarde, el 27 de de enero, se reunió el Ayuntamiento de la ciudad para organizar las fiestas que se celebrarían con motivo de la toma de Granada. Se decidió que tuvieran lugar los días 1, 2 y 3 de febrero. Entre los actos del programa de festejos hubo procesiones religiosas para dar gracias a Dios por la victoria; música , para lo que se trajo a dos personas de Logroño; danzas, colaciones, toros.

El cuerpo expedicionario alavés regresó en marzo de 1492. Todos cobraron el sueldo que se les había prometido, según una Real Provisión fechada en Santa Fe el 26 de enero. Pero nada se dice de los que no volvieron porque murieron o los que llegaron heridos.

El historiador Iñaki Bazán en su gran crónica sobre este hecho histórico apunta una curiosidad. Con vistas a la elección de los vitorianos para formar parte de la milicia alavesa destinada a luchar en la guerra de Granada, el Ayuntamiento dispuso el 28 de enero de 1491 que todo vecino que resultara elegido estaba obligado a asumir ese honor, o en caso contrario a padecer la pena de diez mil maravedíes a cada uno e de un año de destierro. Así pues , una sanción económica que en cifras de la época era una pequeña fortuna y destierro, que en las coordenadas ideológicas de la época tenía gran transcendencia ya que suponía la deshonra pública del desterrado, y con ella la imposibilidad de ejercer cargos públicos, ser testigo en juicio y quedar excluido del trato social y por si fuera poco durante el tiempo que durara su alejamiento de la jurisdicción de Vitoria tenía que buscar medios para sobrevivir.

A pesar de la dureza de la pena, hubo quien se negó a aceptar formar parte del contingente alavés, como lo hizo Juan de Arynys. Ante su negativa y por su rebeldía y poco acatamiento, el 28 de febrero fue condenado por el alcalde ordinario, como juez civil y criminal de la ciudad, a una multa de cinco mil miravedíes, la mitad de la inicialmente prevista, y a un año de destiero. En abril se encontraba cumpliendo ya la pena de extrañamiento.

Curiosa reacción de Arynys que pudo ser el primer insumiso de la historia de la ciudad.

Todas las Historias perdidas de Álava, por F. Góngora