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Mickeal, estilete en la prórroga, intenta superar a Jiménez. / IOSU ONANDIA
Mickeal sopla velas
TAU CERÁMICA

Mickeal sopla velas

En el día de su 31 cumpleaños, el alero de Rock Island firma una prórroga antológica para un TAU huérfano de Splitter y Rakocevic

CARLOS PÉREZ DE ARRILUCEA

Lunes, 23 de febrero 2009, 03:33

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Pete Mickeal remató ayer un día de cumpleaños perfecto. Las 31 velas que sopló llevaron a la nave baskonista al puerto deseado, el muelle donde esperaba el trofeo de campeón de la Copa del Rey. Con una tripulación diezmada, justo en el momento en el que coger el timón provoca temblores, el alero de Rock Island capitaneó a sus compañeros a lo largo de una prórroga procelosa como pocas. El tiempo extra que valió un título para el conjunto azulgrana no se entiende sin su participación. Ocho de los trece puntos anotados por el conjunto azulgrana en los cinco minutos de prórroga llevan su rúbrica.

En un momento crítico, Pete Mickeal tomó la responsabilidad anotadora. Tiago Splitter yacía pesaroso en el banquillo tras ser eliminado por faltas personales e Igor Rakocevic siguió el mismo destino recién iniciado el tiempo suplementario. Quien fuera 'MVP' de la pasada final liguera arrancó con una asistencia a McDonald para sumar la primera canasta de la prolongación. Después reclamar toda la atención. Se la jugó al 'uno contra uno' ante otro titán de la talla de Marcus Haislip y sacó petróleo desde la línea de personales. Mirada fiera y determinación en el baskonista y la firme disposición de no dejar pasar ni un suspiro entre él y la canasta por parte del mejor hombre del Unicaja en la Copa del Rey.

Un tapón histórico

Al final, triunfó la voluntad de Pete Mickeal en un momento del encuentro en el que la pizarra salta por los aires y se juega a corazón abierto. En una nueva entrega de esta pelea de gladiadores, el triple de Haislip a 44 segundos del final fue respondido de forma inmediata por Pete Mickeal para colocar el 98-100. Quedaban 22 segundos y una última posesión. El Unicaja buscó y rebuscó entre la maraña defensiva baskonista una canasta salvadora. Robert Archibald la tuvo a su alcance, pero le tembló el valor. Cedió entonces toda la responsabilidad a Berni Rodríguez con un pase que sorprendió al escolta malagueño. Cuando éste asumió que era el elegido para el triple ganador, armó el brazo y lanzó. El balón murió casi en los primeros centímetros de la parábola. Fue el último manotazo de Mickeal hacia el título.

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