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MANU MORENO
Lunes, 27 de octubre 2008, 03:33
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F ue un partido desconcertante. Dio la sensación de que unos, los guipuzcoanos, sabían a lo que iban y los otros, los vitorianos, como que la cosa no iba con ellos. El Bruesa planteó el duelo con criterio, concentración y un esfuerzo colectivo notable en ataque y defensa. Dominó el rebote abrumadoramente e impuso el ritmo que más le convino durante tres cuartas partes. Controló siempre el marcador, aguantó la reacción baskonista en el tercer tramo y aprovechó sus cartas para ganar. Y lo hizo, preparó, planteó y realizó. Se lo creyó y ganó. Un aplauso para Pablo Laso.
Enfrente, un TAU indolente, sin ritmo ni concepto colectivo que vivía exclusivamente de las individualidades. Siempre a remolque. Poca cosa para un conjunto que quiere ganar.
Los vitorianos volvieron a presentar carencias reboteadoras ya mostradas el lunes pasado ante el Fenerbahce. Es una debilidad demasiado significativa en las dos partes del campo. Ayer, Marconato, Doblas, Hopkins, Roe y compañía se fueron a 48 rebotes por 28 de los vitorianos. Ni la incorporación de Splitter sirvió de revulsivo. Los números ofrecidos por él mismo, McDonald, Teletovic y Barac, decepcionantes. La imagen en la primera parte de Doblas cogiendo por cuatro veces el mismo rebote hasta encestar debería hacer reflexionar. Una parte muy importante del rebote reside en el deseo.
Si a esto unimos una defensa permisiva en el 'uno por uno', con poca solidaridad, sin ayudas y el mismo criterio en el ataque, donde sólo se vive de la individualidad y como máximo del 'pick and roll', pues todo es dar facilidades a un contrario. Nadie podía esperar un partido así, pero esta vez fue lo que pasó. Ganó el que mejor lo hizo, el Bruesa. Al TAU, ahora, le toca corregir. Es el momento. Los exámenes finales son más adelante.
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