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DE PERFIL. Plano medio, y de perfil, de la escultura de Ken Follet. / FOTOS: EL CORREO
CULTURA

«Es un retrato del hombre, no del nombre»

Casto Solano muestra a EL CORREO su talla de Ken Follett, que el jueves se descubrirá frente a Santa María

MARÍA ZABALETA

Martes, 8 de enero 2008, 03:15

A Ken Follett le gustaba la escultura que el artista vitoriano Casto Solano le dedicó al primer presidente del Consejo General Vasco -el socialista Ramón Rubial- y que luce hoy muy cerca del museo Guggenheim, en Bilbao. Tan buen sabor de boca se le quedó al conocer su obra -de Solano es también el popular 'Torero' de la calle Dato- que fue el propio Follett quien lo eligió para inmortalizar su figura en la plaza de la Burullería, frente a la catedral de Santa María.

El jueves, el escritor británico se verá al fin cara a cara con su 'alter ego' y, vaya por delante, el dulce no le va a amargar. Y es que, el reflejo en bronce del autor más leído de la segunda mitad del siglo XX -gracias a 'Los pilares de la Tierra'- es un fiel y perfecto retrato del afamado escritor de 'best sellers'. Tanto físico, como psicológico. «No es un retrato del nombre, sino del hombre», resume Casto Solano, «muy satisfecho» con el resultado de su trabajo.

Físicamente, se trata de una talla de bronce, de cuerpo entero y de 1,80 metros de altura, con la que el artista vitoriano presenta a un hombre «inteligente, elegante y reflexivo». Así lo define Casto Solano -que lo ha tratado personalmente en tres ocasiones, una de ellas en Londres, donde reside el escritor- y así lo ha querido plasmar en su trabajo. «Es una obra de arte, en el sentido de que no he querido crear un muñeco. Quería que la talla transmitiera sensaciones, que expresara el pensamiento interior de Ken Follett, que conectara con el espectador», explica el artista.

Actitud «reflexiva»

De ahí la actitud reflexiva con la que lo ha modelado: de pie, en posición estática, con el brazo derecho apoyado sobre el izquierdo y con la mano diestra colocada sutilmente bajo su barbilla. «Es una pose que él utiliza mucho y que a mí me gusta especialmente por cuanto que transmite elegancia, pensamiento e inteligencia». Su mirada perdida -mirando hacia el infinito, hacia ese 'Mundo sin fin' que da título a su último 'best seller'- y su gesto sobrio, casi regio, tampoco son casuales. «La idea era que Ken Follett mirara hacia el interior, hacia su interior».

Con todo, Solano tampoco podía ignorar el hecho de que, además de ser un retrato de Follett -el hombre, el escritor- su escultura nacía como un homenaje, como un reconocimiento a labor del novelista por Vitoria y por su vieja catedral. De ahí que los 'guiños' a Santa María se encuentren hasta en el botón de la americana gris del británico, donde Casto Solano ha cincelado un ojal con la forma del triforio del templo.

Un año ha tardado el artista vitoriano en dar forma a un trabajo que, según él mismo explica, arranca mucho antes de coger el cincel: «En el preciso momento en que la composición se genera en mi cabeza». «Después -continúa- se hace el primer modelo en cera, del que, a continuación, se sacan otros moldes sobre los que seguir trabajando». La fundición, el ensamblaje, el repasado y el cincelado de la obra completan el proceso.

O no. Y es que, el bronce que el jueves se descubrirá en la plaza de la Burullería está tratado de manera distinta al de las imágenes que recrean, por ejemplo, a Celedón, en San Miguel; o a Marsalis, en La Florida. ¿La diferencia? El color. A base de ácidos que consiguen hacer reaccionar al bronce, Casto Solano ha conseguido que 'su' Ken Follett vista traje oscuro, camisa clara, corbata negra y, sobre todo, que luzca esa revuelta y abundante cabellera blanca que lo identifica.

-Y él, ¿se sentirá reflejado?

-Confío en ello. El jueves, él mirará a la obra y yo le miraré a la cara.

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